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lunes, 3 de junio de 2013

Semana 2. Entornos de aprendizaje.

La ONG descrita —en cuanto a su actividad formativa—ni se había adapatado a la situación actual de su colectivo, ni apenas utlizaba nuevas formas educativas que sí estaban a su alcance. El tipo de formación idiomática (o de otra índole: informática, sobre todo) que se había llevado a cabo hasta la fecha, y que se mantenía sin cambios, estaba basada en clases presenciales, dirigidas por un profesor (voluntario) que explicaba lecciones en la pizarra a un grupo reducido de alumnos que tomaban nota y que asimismo ponía ejercicios para después corregirlos y volver a explicar las dudas existentes. La institución solicitaba del profesor o profesores un programa de las sesiones con los contenidos que se impartirían, ofreciendo su infraestructura física para llevarlas a término. 
El entorno de aprendizaje era fundamentalmente natural, en el sentido de que durante la enseñanza los estudiantes tomaban contacto real con la lengua española, mas solo a través del profesor y de ficciones creadas por él que poco o nada tenían que ver con las necesidades apremiantes de su situación socioeconómica, es decir, con poder buscar un trabajo y desempeñarlo en un español comprensible y correcto, por ejemplo, redactar un curriculo sin faltas de ortografía, etc. Respecto a los componentes de los que habla Chan Núñez, no observé un espacio virtual que podría haber sido utilizado mediante el uso de la conexión a Internet de la que la ONG disponía para orientar a los educandos hacia espacios informativos de los que nutrirse a cualquier hora, en bibliotecas, en la sede de la institución, practicando lecturas, comprensiones orales, escritas, etc. Sí existían, no obstante, un espacio de interacción física, que era el momento de la clase en sí misma, donde todos los agentes, profesor y alumnos, podían preguntar y responder lo que quisieran respecto a la materia, así como un espacio de producción, eso sí, guiado exclusivamente y de modo unidireccional por el docente, que consistía en la resolución de ejercicios en los cuadernos o en la pizarra. Tampoco era patente el espacio de exhibición que todo alumno gusta de utilizar cuando va mejorando en su proceso, salvo el inherente a cualquier idioma, que consiste en poder hablar/escribir con mayor corrección. Se echaba de menos el crear situaciones reales o verosímiles y necesarias donde emplear lo aprendido y generar más interés, como podía haber sido la lectura induvidual de cuentos literarios breves y su posterior recomendación a los demás en algún momento de la clase, la discusión de un tema de actualidad de los medios de comunicación, etc.
En cuanto a las herramientas, subrayar que reproducían las aulas tradicionales de los siglos XIX y XX, al limitarse a la pizarra, el cuaderno, o la palabra. 


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